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El libro Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, de Daron Acemoglu y James A. Robinson (2012), aborda una de las preguntas más cruciales en el ámbito de las ciencias sociales: ¿Por qué algunas naciones son ricas y otras pobres? A lo largo de la historia, la humanidad ha intentado encontrar explicaciones para las profundas disparidades económicas y sociales entre los países. Acemoglu y Robinson desafían las teorías tradicionales que atribuían el desarrollo económico a factores geográficos, culturales o puramente históricos. En su lugar, proponen una visión innovadora centrada en el papel crucial que juegan las instituciones económicas y políticas en determinar el destino de las naciones.
ECONOMÍA
Nicolás Vega Jiménez
10/4/20247 min read
El libro Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, de Daron Acemoglu y James A. Robinson (2012), aborda una de las preguntas más cruciales en el ámbito de las ciencias sociales: ¿Por qué algunas naciones son ricas y otras pobres? A lo largo de la historia, la humanidad ha intentado encontrar explicaciones para las profundas disparidades económicas y sociales entre los países. Acemoglu y Robinson desafían las teorías tradicionales que atribuían el desarrollo económico a factores geográficos, culturales o puramente históricos. En su lugar, proponen una visión innovadora centrada en el papel crucial que juegan las instituciones económicas y políticas en determinar el destino de las naciones.
Instituciones inclusivas y extractivas: La clave del éxito o fracaso
El eje central del argumento de Acemoglu y Robinson es la distinción entre instituciones inclusivas y extractivas. Según los autores, el éxito o el fracaso económico de un país depende en gran medida del tipo de instituciones que predominen en él. Las instituciones inclusivas son aquellas que distribuyen el poder de manera relativamente equitativa, fomentan la participación política y económica de una gran parte de la población, y garantizan derechos de propiedad claros, un Estado de derecho estable y oportunidades para el ascenso social. Por el contrario, las instituciones extractivas concentran el poder en una élite reducida, que busca maximizar sus propios intereses a costa del bienestar general, generando exclusión y desigualdad.
Las instituciones inclusivas no solo permiten el crecimiento económico, sino que también fomentan la innovación y la competencia. Un marco institucional inclusivo protege a los emprendedores y les ofrece un entorno estable en el cual pueden prosperar. Esto, a su vez, promueve la creación de riqueza y bienestar a largo plazo. Como ejemplo de ello, los autores mencionan a Estados Unidos, cuyas instituciones inclusivas han permitido un crecimiento sostenido desde su independencia, aunque con desafíos y retrocesos a lo largo del tiempo.
Por otro lado, las instituciones extractivas están diseñadas para beneficiar a una pequeña élite que controla los recursos políticos y económicos del país. Estas instituciones, al impedir la participación económica de amplios sectores de la sociedad, tienden a ser ineficientes y generar desigualdad. Los autores destacan ejemplos como el Congo bajo la colonización belga, o Zimbabue bajo el gobierno de Robert Mugabe, donde las instituciones extractivas no solo impidieron el crecimiento económico, sino que también provocaron la devastación de las estructuras sociales y políticas.
El papel de las instituciones en el desarrollo económico
Uno de los puntos clave del libro es que las instituciones inclusivas generan incentivos para la innovación y la competencia, factores que los autores consideran fundamentales para el crecimiento económico sostenido. Estas instituciones protegen los derechos de propiedad, garantizan la igualdad ante la ley y facilitan la movilidad social. Además, los países con instituciones inclusivas suelen tener mercados laborales abiertos y sistemas educativos accesibles, lo que permite que más ciudadanos participen en el progreso económico.
Por otro lado, las instituciones extractivas suelen estar acompañadas de monopolios, clientelismo y sistemas educativos deficientes, lo que bloquea la innovación y concentra la riqueza en manos de unos pocos. Estos países suelen experimentar ciclos de inestabilidad económica y política, ya que las élites intentan perpetuar su control mientras el resto de la población queda excluido de los beneficios del crecimiento económico.
El ciclo de retroalimentación de las instituciones
Una de las contribuciones más innovadoras del libro es la teoría del ciclo de retroalimentación institucional, que explica cómo las instituciones tienden a reproducirse a sí mismas. Las instituciones inclusivas generan condiciones que fortalecen el marco político y económico, permitiendo mayor crecimiento económico y mayor participación política, lo que refuerza aún más estas instituciones. En contraste, las instituciones extractivas refuerzan el poder de la élite gobernante, lo que les permite bloquear cualquier intento de reforma que pueda amenazar su posición.
Esta retroalimentación institucional explica por qué es tan difícil para los países con instituciones extractivas romper el ciclo de pobreza y subdesarrollo. Los autores argumentan que las élites que controlan las instituciones extractivas tienen pocos incentivos para permitir cambios que puedan disminuir su poder. De hecho, la historia muestra que, en muchos casos, las élites políticas y económicas prefieren mantener el statu quo, incluso si esto significa condenar a su país al estancamiento o al colapso.
Un ejemplo destacado en el libro es el de América Latina, donde las instituciones extractivas establecidas durante la colonización española se perpetuaron a lo largo de los siglos, impidiendo el desarrollo de sistemas más inclusivos. A pesar de las reformas políticas y económicas de las últimas décadas, muchas de estas naciones aún luchan con los legados de sus instituciones extractivas.
La "destrucción creativa" y la resistencia de las élites
Otro concepto clave en Por qué fracasan los países es el de la destrucción creativa, una idea tomada de la teoría económica de Joseph Schumpeter. Este concepto se refiere al proceso mediante el cual la innovación y el progreso económico destruyen estructuras económicas y sociales preexistentes, abriendo espacio para nuevas formas de organización. Según Acemoglu y Robinson, las sociedades con instituciones inclusivas permiten la destrucción creativa, lo que fomenta la innovación y el crecimiento económico a largo plazo.
Sin embargo, en los países con instituciones extractivas, las élites a menudo bloquean la destrucción creativa porque temen perder su posición de poder. Esto crea una paradoja: para que un país prospere, necesita permitir cambios que puedan desafiar las estructuras existentes, pero las élites gobernantes, al controlar las instituciones, evitan esos cambios. Este fenómeno es visible en países ricos en recursos naturales, donde las élites políticas prefieren preservar su control sobre la renta generada por estos recursos, en lugar de fomentar un entorno de competencia e innovación. Venezuela y su dependencia del petróleo es un claro ejemplo de esto, donde las instituciones extractivas impidieron diversificar la economía y crear un entorno de crecimiento inclusivo.
Perspectiva financiera: Implicaciones para las inversiones y la estabilidad económica
Desde una perspectiva financiera, el análisis de Acemoglu y Robinson es fundamental para los inversores internacionales, ya que ofrece una guía para identificar países con instituciones que favorecen un entorno de negocios próspero y sostenible. Las naciones con instituciones inclusivas tienden a ser más atractivas para la inversión extranjera directa (IED), ya que presentan un menor riesgo de expropiación, corrupción o inestabilidad política. En cambio, los países con instituciones extractivas, aunque a veces ofrecen altos rendimientos a corto plazo, conllevan un mayor riesgo a largo plazo debido a la falta de seguridad jurídica y la propensión a crisis políticas.
Por ejemplo, los inversores pueden observar cómo las reformas institucionales en Europa del Este tras la caída del comunismo crearon entornos favorables para la inversión y el crecimiento económico. En contraste, países ricos en recursos naturales como Venezuela, con instituciones extractivas, han sufrido de estancamiento económico y fuga de capitales, a pesar de su abundancia de petróleo.
Ejemplos históricos: Corea del Sur, China y la Unión Soviética
Uno de los aspectos más atractivos del libro es la forma en que los autores utilizan ejemplos históricos para ilustrar su teoría. Uno de los casos más llamativos es el de las dos Coreas. En 1950, Corea del Norte y Corea del Sur eran países con condiciones económicas y sociales similares. Sin embargo, tras la división, Corea del Sur adoptó instituciones más inclusivas, permitiendo el desarrollo de una economía de mercado y una democracia participativa. Hoy en día, Corea del Sur es una de las economías más dinámicas del mundo, mientras que Corea del Norte, con sus instituciones extractivas, es uno de los países más pobres y represivos.
Otro caso interesante es el de China, que en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento económico sin precedentes a pesar de tener un sistema político autoritario. Según Acemoglu y Robinson, este crecimiento se debe a la adopción de instituciones económicas inclusivas en ciertas áreas, mientras que el sistema político se mantiene altamente extractivo. Sin embargo, los autores advierten que, a largo plazo, la falta de instituciones políticas inclusivas puede frenar el desarrollo de China, ya que el sistema autoritario limita la innovación y la competencia política.
Por último, los autores examinan la Unión Soviética, que logró un crecimiento rápido bajo un sistema extractivo durante las primeras décadas de su existencia, pero cuyo colapso fue inevitable debido a la falta de instituciones inclusivas que fomentaran la innovación y el desarrollo sostenible. El sistema soviético, al igual que otros regímenes extractivos, no pudo adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos del siglo XX, lo que resultó en su eventual colapso.
Críticas y debates
Aunque Por qué fracasan los países ha sido elogiado por su enfoque innovador, también ha sido objeto de críticas. Algunos académicos argumentan que los autores subestiman la influencia de factores culturales y geográficos en el desarrollo económico. Mientras que Acemoglu y Robinson defienden que las instituciones inclusivas pueden surgir en cualquier contexto geográfico, otros sugieren que la geografía, el clima y la proximidad a mercados internacionales pueden influir en el éxito económico de una nación.
Asimismo, algunos críticos han señalado que el libro no aborda suficientemente cómo los países con instituciones extractivas pueden transitar hacia sistemas inclusivos. Aunque los autores reconocen la dificultad de este cambio, especialmente en entornos donde las élites tienen un poder considerable, no desarrollan un plan detallado para las reformas institucionales necesarias.
Conclusión
Por qué fracasan los países ofrece una visión convincente y bien fundamentada sobre las causas del éxito y el fracaso de las naciones. Su enfoque en las instituciones como el motor clave del desarrollo económico y político ha transformado el debate sobre el desarrollo global. Si bien la obra no está exenta de críticas, la distinción entre instituciones inclusivas y extractivas ofrece una poderosa herramienta para analizar los desafíos del desarrollo en el siglo XXI.
Para los formuladores de políticas, el libro sugiere que la clave para el crecimiento económico sostenido no reside únicamente en reformas económicas, sino en la creación de instituciones políticas y económicas inclusivas que permitan la participación amplia y equitativa de la sociedad. La obra de Acemoglu y Robinson nos recuerda que el futuro de las naciones no está predeterminado, sino que depende de las decisiones que tomen sus líderes y ciudadanos en la construcción de sus instituciones.